Friday, December 14, 2007

Equipo Latino Ignaciano





Somos un grupo de hombres y mujeres que a través de la reflexión sobre nuestros problemas y la puesta en común de nuestras inquietudes, hemos querido usar nuestros propios recursos y la espiritualidad ignaciana para ayudar a los demás.

Este grupo surgió espontáneamente: nos dimos cuenta que las mamás y papás que llevaban sus hijos al catecismo, esperaban en sus carros hasta que terminara la catequesis. Nos preguntamos por qué no invitarlos a reunirse mientras sus hijos estaban con sus catequistas. Algunos aceptaron, y poco a poco, las reuniones que habían comenzado en la sacristía pasaron a cobrar más fuerza y regularidad hasta convertirse en nuestro actual grupo. En las primeras reuniones del grupo sólo teníamos el objetivo de compartir nuestras preocupaciones y problemas. Por ello, al principio, nos pusieron el apodo del grupo de “las quejonas y quejones”. Este grupo de “quejones” se convertiría en el “Equipo Latino Ignaciano” de Boston.

Actualmente nos reunimos cada martes de 6:30 a 8:30 PM en nuestra parroquia de Santa María de los Ángeles en Roxbury, MA. Comenzamos pidiendo la presencia de Dios entre nosotros, luego hablamos de lo que está pasando en nuestras vidas, y procuramos discernirlo según el Evangelio y la espiritualidad ignaciana. Terminamos dando gracias a Dios por las cosas buenas que hemos recibido y le pedimos que nos ilumine en las situaciones que todavía están oscuras y que necesitan más discernimiento.

Como grupo nos ponemos metas sencillas y siempre trabajamos para alcanzarlas. Asistimos a conferencias y retiros como el más reciente que fue un retiro ignaciano en Cohasett. También nos asesoramos constantemente con algunos amigos jesuitas. El hecho de que hayamos crecido espiritualmente y que ello nos ayude a alcanzar nuestras metas, nos da mucho ánimo para seguir adelante, poniéndonos cada vez más objetivos. Ese crecimiento espiritual que experimentamos lo usamos para ayudar, escuchar, orientar y comunicar a los demás que ellos tienen valor para Dios y para la sociedad. Por ejemplo, una de los miembros del grupo es asistente de médico para jovencitas embarazadas. Ella trae sus inquietudes al grupo, todos las discutimos y ella dice que ha aprendido a manejar mejor muchas de esas situaciones, y a no tener miedo de ayudarles a descubrir y a encontrar la presencia de Jesús incluso en esos momentos difíciles. También, en mi caso concreto, y a pesar de mis limitaciones, intento llevar un mensaje de aliento a mis compañeros de trabajo y a los clientes de mi salón de belleza incluso conociendo su diversidad religiosa (judíos, cristianos y musulmanes más raramente).

Muchos de nosotros hemos aprendido a enfrentar la vida de una manera más activa y al mismo tiempo más relajada. Más activa porque ahora sabemos mejor dónde y en qué podemos usar nuestro tiempo. Y más relajada porque podemos escoger prioridades en nuestras vidas. Entendemos que nuestro ministerio como cristianos no es sólo ir a la iglesia cada domingo, oír la misa y volver a casa, sino que también se trata de compartir con los demás, velar por todos y cada uno de nosotros, porque somos parte de un mismo cuerpo y nos debemos los unos a los otros el gran amor que Jesús nos regaló.

No podemos negar que vivimos un sinnúmero de cosas que nos traen grandes preocupaciones. Por ejemplo la violencia de nuestros jóvenes, la incomprensión entre padres e hijos, el problema de la inmigración y la realidad parroquial desafiante porque no logramos conseguir un párroco que sustituya al que tenemos cuando él se jubile. Estas cosas nos llevan a estar en constante y plena comunicación con Dios en y a través de las personas con las que vivimos cada día.

María Chávez

121 Glendower Road

Roslindale, MA 02131

hairskin42@comcast.net

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