Friday, November 30, 2007

Brother Ricardo Greeley, SJ from Albemarle, NC. (en español)

Sin fronteras en la misión de la Compañía (segunda parte)


En mi escrito de presentación del mes pasado les compartí sobre mi trasfondo familiar y apostólico pasados, subrayando mi experiencia entre indígenas mexicanos. Allí apuntalé cuál creo puede ser mi mejor aporte a la misión de la Compañía de Jesús. Ahora les comparto sobre cómo es que llegué a Carolina del Norte y con qué realidad me encontré.

Como preparación a incorporarme al apostolado jesuita con migrantes, mi provincial me autorizó hacer unos estudios sociológicos sobre Migración, los cuales fueron desde el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM-MEX, -www.sejemi.org-) en la ciudad de México (Enero a Marzo de 2006). Inmediatamente después me incorporé a un trabajo directo con transmigrantes centroamericanos en el estado de Tabasco a partir del Comité de Derechos Humanos de Tabasco, A.C. (CODEHUTAB, -http://www.codehutab.com/-; de Marzo a Agosto de 2006). Mientras estaba en esto, en Junio de 2006 tuve mi primer contacto con la Conferencia Jesuita para el Ministerio Hispano (JHMC, por sus siglas en inglés), en donde conocí a varios jesuitas, quienes por cierto, abrían de influir en mi incorporación a este proyecto del servicio a los migrantes en un esfuerzo interprovincial, como está dicho, ahora en Carolina del Norte.

A fines de Agosto dejé Tabasco para irme a mi ‘Tercera Probación’ (etapa de formación muy importante para cada jesuita). Dentro de esta etapa, la parroquia Dolores Mission en el Este de Los Angeles, me recibió para que colaborara en el refugio o albergue para varones ‘sin-techo’ (Guadalupe Homeless Shelter), a través del cual pude conocer los otros eslabones de esta cadena del peregrinar de nuestros hermanos migrantes. (Explico esto un poquito: Durante mis años de trabajo con campesinos comprendí mucho sobre las causas que mueven a las personas a emigrar. A través del CODEHUTAB fui testigo de lo que sufren los transmigrantes que se montan en “El Tren de la Muerte” (llamado así por su peligrosidad: lugar de asaltos, abusos, accidentes). Y en Los Angeles, lugar que ha sido destino y punto de paso para millones de migrantes, vine a conocer la historia completa del vía crucis por el que pasan tantos hermanos en su lucha por conseguir mejores oportunidades de trabajo y una mejor vida, aquí en los Estados Unidos. En síntesis afirmo que a través de las historias particulares de ‘los-sin-techo’, y más a través de los inmigrantes en la calle de una ciudad súper-moderna, uno puede comprender mejor cómo opera nuestro sistema social (…), y las causas y efectos negativos de la Migración.

Ah, ¡cuánto desearía tener tiempo y más espacio en esta página para narrar detalles de las penalidades de esta gente tanto sufre, desde que tuvieron que abandonar sus tierras y a sus familias para venir a terminar y sufrir en la calle, en la derrota y en el más completo abandono! Todo esto es bien triste. Quizás se los comparta en uno de mis envíos futuros.

Estando en mi Tercer Probación pude acudir a una entrevista de trabajo para el puesto de coordinador para el Ministerio Hispano en un Vicariato dentro de la Diócesis de Charlotte, en Carolina del Norte. Desde esta visita, con la información que tuve de la zona y del contacto con el Equipo Diocesano del Ministerio Hispano, ya desde entonces me entusiasmé, pero también experimenté paz y tranquilidad al pensar desde Dios en esta posibilidad apostólica con inmigrantes. Se me clarificaba cada vez más la importancia en atender el fenómeno migratorio desde sus causas, efectos y oportunidades, desde una articulación apropiada desde las comunidades de origen, de tránsito y las de destino.

Concluida mi Tercera Probación, otra vez, como preparación para mi eventual trabajo en Carolina del Norte, mi superior provincial me pidió que primero tuviera una experiencia de trabajo propiamente pastoral con hispanos (latinos) para no llegar a la Diócesis sin saber que la vida parroquial y la cultura de los hispanos en los Estados Unidos, que son realidades tan diferentes a lo que tenemos en México. Por fortuna, de nueva cuenta Dolores Mission me recibió ya no para estar en el Albergue Guadalupano, sino estar propiamente en la pastoral. Al fin de esta rica experiencia, después de la Pascua de 2007, pude viajar a Charlotte, NC, para comenzar una nueva etapa de mi vida como jesuita.

Elegí llevarlos por el recorrido de mis experiencias apostólicas previas porque considero que aunque he estado tan cercano a las personas concretas del mundo de la migración, que tienen rostro, nombres y apellidos, aún así siento que tengo tanto más por seguir conociendo de su realidad, no sólo para poderlos comprender y alientar, sino para vislumbrar qué es lo mejor que podemos hacer para contrarrestar las causas y los efectos negativos de la migración, así como aprovechar las oportunidades que ésta también nos ofrece para un mayor servicio al Reino y la transformación social que la ética y la historia nos reclaman...

Ahora paso a citar algunas de las dinámicas y realidades que en el estado de Carolina del Norte he venido conociendo de lo que viven los inmigrantes.

Sin pretender ser exhaustivo en la presentación de las leyes y políticas que se están aplicando en Carolina del Norte, cito primero el contexto en que aquí se están endureciendo tanto las medidas anti-inmigrantes. Todos recordarán el 2006 por las discusiones y manifestaciones históricas a favor de una reforma a las leyes migratorias, así como por las expresiones contrarias, por quienes acusaban a millones de inmigrantes violando las leyes de este país. En fin, durante estas expresiones a favor y en contra de dicha reforma, se recrudecieron las acusaciones contra los inmigrantes, ya no sólo denunciando que son una carga para el Estado, que les quitan los empleos a los ciudadanos americanos, sino hasta el punto de identificarlos con criminales y terroristas. En fin, todo esto ha sido perfectamente aprovechado por los medios de comunicación y en este año electoral, por los precandidatos de ambos partidos capitalizando a su favor con el tema de migración y de los indocumentados. En este contexto, en junio del 2007 Senado rechazó avanzar hacia la reforma antes citada y desde entonces, los estados están ya pasando leyes locales que niegan derechos y servicios a los inmigrantes que no tienen número de seguro social válido (SSN), o que persiguen a los que no pueden demostrar su estancia legal aquí.

Entre otros estados, también Carolina del Norte está adoptando medidas para recortar servicios y oportunidades a los hispanos, que de entre los muchos otros inmigrantes de otras regiones del mundo, los mexicanos ocupan una significativa mayoría. Una de las maneras más efectivas contra los anti-inmigrantes ha sido la de ya no expedir licencias para manejar sin contar con el SSN. Esta medida está impactando tremendamente no solamente a la comunidad hispana, sino también al conjunto de la economía regional. Sin embargo, como este es un año electoral, los que toman decisiones están priorizando aplicar medidas que piensan les traerán mejores resultados a partidos y sus candidatos, sacrificando incluso intereses productivos y económicos.

Lo anterior se materializa en los siguientes casos. Diversas corporaciones de policía (policía del condado, state troopers, sheriff, etc.) instalan operativos en cruces de caminos, afuera de los centros de trabajo, y aún en las inmediaciones de las iglesias católicas para detener los latinos que no tienen vigente la licencia para manejar, o atrapar a los que no pueden probar su residencia legal. Estos operativos se ponen aprovechan las horas en que los inmigrantes acuden a/o regresan de sus centros de trabajo, así como los horarios del domingo en que la gente acude a sus Iglesias.

Ya son muchos los casos concretos en que estos indocumentados detenidos son entregados a la ‘Migra’ (ICE), y luego deportados. Incluso, guiados por el puro aspecto externo de la gente, la policía ha entrado a las gasolineras a pedirle a la gente sus papeles. En fin, son medidas sistemáticas con que la comunidad latina está siendo perseguida, siendo que es inconstitucional que la policía aplique tales medidas. De esto trata la ley “287g”, que quieren extenderla a más condados, la cual ya es vigente en un puñado de condados de NC.

Por otra parte, mucha gente ha estado recibiendo cartas con citatorios a las diferentes oficinas de gobierno: de parte del juez, o por parte de DMV, así como de ICE. Y tenemos casos en que al acudir a los citatorios, la gente es atrapada por la Migra, incluso llevándose consigo también a aquellos que iban acompañando a la persona a su cita, y que tampoco tenían ‘papeles’.

En este contexto, la afluencia a los supermercados, a “la pulga”, a la Iglesia misma, etc. ha disminuido muchísimo. La gente tiene miedo de ser detenida y deportada. Algunos incluso no están acudiendo a trabajar.

Estas situaciones político-legales son pues el escenario al que vengo llegando a NC. Es triste constatar que grupos que más simpatizan con estas políticas anti-inmigrantes son incluso católicos, que a su vez provienen de papás inmigrantes de hace medio siglo, un siglo o más tiempo aquí. Pero también nos animamos cuando encontramos a anglos que reconocen la historia que está detrás de cada inmigrante y los ven como seres humanos y les dan la bienvenida –quisiéramos fueran más para que vivamos mejor nuestro testimonio cristiano–.

Varios de los momentos más alentadores recientes que tengo son los relacionados a que los miembros del Ministerio Hispano Diocesano estamos esforzándonos por organizar mejor nuestra solidaridad y la lucha contra la separación de familias, lograr que los jóvenes que tienen ganas de seguir estudiando lo puedan hacer sin restricciones, formar a la gente en sus obligaciones cívicas y lograr una fraterna convivencia entre la diversidad cultural y la unidad parroquial. De hecho, hemos ya concluido nuestra planificación al respecto.

Entre las muchas cosas que queremos lograr, una es articularnos mejor con esas personas de buena voluntad que están comprometidas con esta causa, como es el caso de muchas Iglesias Cristianas –generalmente muy humildes en NC–, y que incluso algunas de ellas han mostrado un protagonismo público mucho más decido y valiente, el cual nos sirve de ejemplo y testimonio cristiano.

En mi siguiente aporte les compartiré cómo se están impulsando estas cosas en el ámbito de las parroquias de mi Vicariato de Albemarle.


Hno. Ricardo Greeley, SJ

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